sábado, 25 de octubre de 2008

La meseta

Llegaste a donde querías, al podio de la felicidad de la mano de tu mujer y tu hijo, el lugar para vivir, los amigos, el auto nuevo, la empresa construida con tus manos, tus inversiones en negocios productivos, la familia unida; la gerencia de lo que te gusta hacer, la blackberry, la oficina con vista al sol, lucirte, hacer bien tu trabajo, que te miren, la administrativa hot, llamar gente para darles laburo, trabajar online con flexibilidad horaria, las vacaciones en el exterior, salud a los 33 años, nadar muchas piletas, ver al primogénito aprender, despertarse temprano y desayunar, la primavera, la oficina en barrio top, contestar mails jugando a dejar la pelota del otro lado de la cancha, hacer las cosas bien, con lógica, historia y sapiencia; pensar, planificar, diagramar, ser sincero, soltarse, tratar de encontrarse, sincronizarse, remar los dientes saliendo, los llantos de teta en mitad de la noche, ir trabajar todos los días, hacer lo que hay que hacer (o lo que debieras), tener paciencia, repasar los mails, entalcarse la bolas, inventar cosas nuevas, vidrieras, visiones, discursos, sistemas, caminar con el carrito para que se duerma el bebe, aguantar los embates del instinto, los palazos en la cabeza, nadar piletas para ganarle a la mente, para dejar cosas atrás, para disfrutar del mar, ahogarse en mitad de la noche, toser, estornudar dos veces, mirar a los ojos, mantenerse a flote en el remolino del abusar de sustancias para encontrar paz, ordenar la bola de información, los gritos, bancarse los titulares de los diarios, la incertidumbre, los ladrones, los ineptos, la fiebre del mundo por autoconsumirse, la violencia, los celos, las calenturas, los incestos, la arena movediza de la cotidianeidad, la perversidad, el descontrol, esas ganas locas de hacer lo que se me canta la pija, porque si, no medir consecuencias, tener todo tan organizadito, tan frágil, tan trágicamente endeble, luchando con una cucharita de heladería.

¿Y ahora que?

Este es mi castillo de cartas y todos los días el lobo feroz soplará y soplará. En esta mesa, mi mujer radiante, con su mirada transparente, su sonrisa rubia, sus pecas, el niño duerme placidamente en su cochecito importado mientras nos tomamos un helado de gustos con nombres pelotudos.
En la otra mesa, una morocha de piernas largas, sin preocupaciones, con vestidito liviano que la brisa suavemente ondula descubriendo sus muslos de spinning. Su amiga, otra señorita con la piel suave, el torso firme, con una actitud muy positiva, que deja ver despreocupada su bombacha blanca, obsesionada por ver como sale en cada foto que le sacan para que la taggeen en Facebook.

En la mente de alguien alguna vez; las pajas que te hechaste con esas fantasías sexuales que no se pueden realizar. Las miradas, las poses, los placeres prohibidos.

Nada de lo que deba realizarse. Eso quería decir con lo de ponerse en el lugar del otro. La vida es difícil en todos los sentidos, también en la felicidad. La felicidad cuesta un huevo y asoma la cabeza cuando le pinta, después de que te esforzás consecuentemente por lograrla.
Adicto a la felicidad, a la adrenalina de beberla sorbo a sorbo, una caricia al pasar.

Hay que estar atentos, con los ojos abiertos para verla cuando se deja ver: Cuando estas con tu hijo tirado en el pasto, cuando tu mujer está contenta, cuando te falta el aire de reírte con amigos, cuando brindas con cervecita, cuando te comes una ensalada con empanadas, o milanesas, o con carnecita asada, al son de los árboles de Fasso y buena música.

O hacer planes para irse de vacaciones, comprar la tabla de surf, ir a probarla unos días a Mardel, sacar los pasajes, alquilar la casa, mudarse por quince gloriosas jornadas a la vida que harías si la vida fuese en el paraíso perdido. Desayunar frutas y cereales temprano, bajar al mar, surfear la mañana con olas redondas, brazos entrenados, tu mujer duerme y tu hijo aun mas, te saludan desde la orilla, caminamos, cocinamos un riquísimo almuerzo liviano, dormir algún tipo de siesta, caricias erógenas e inspiradoras, volver al mar, disfrutar la tarde, despedir al sol en familia y saborear una cena copiosa y natural.

Un ping pong, un tablero de ajedrez, una mancha de tomate con forma de mariposa en mi test de Rocher. Pensar que piensa que pensas que piensa, pensar mas allá. Un hamster que camina y camina su calesita para desafiar la ley de la gravedad.

Relajate, disfrutá, mas libranos del mal. De la meseta socio-cultural. Amén.

1 comentario:

Eco Veo dijo...

Lorenzo, no puedo mas que sentirme identificado ante tus angustias existencialistas.
Hoy pasé por la esma y vi que un pabellón lleva tu nombre y se me ocurrió pasar por acá.
Pasando los problemas más básicos, la vida sigue siendo problemática.
Miedo a crecer me dice la psicóloga y me saca 100 pesitos todos los jueves.
Será? mientras disfruto del sentimiento de la identificación con tus palabras.