jueves, 31 de enero de 2008

Erase una vez el hombre

Se me escapa enero de las manitas, de mis delicadas manos, de mis lastimados dedos, de mis uñas sucias.
Escucho como caen las gotas gordas y se estrellan en el balcón. Avenida Corrientes parece un río de deshielo que se abre paso con la onda verde.
No podía dormir, estuve acostado al lado de Ague y de Benicio encarnado en la panza canguro de la madre, charlamos a oscuras, nos contamos secretos de la infancia, cosas que ya no nos vamos a acordar cuando seamos grandes, o si?
Estoy sucio porque nunca llego al baño y tomo coca light de a grandes tragos.
Miro llover. Ayer vi caer cien milimetros de agua, los rayos hacian cola para desplomarse sobre la tierra, iluminando todo de un bombazo ensordecedor. Llovían baldazos arremolinados con las ráfagas de viento, tenía miedo pero estaba con los ojos bien abiertos.
Mi carpa estaba seca, el jardín era un río que desembocaba embravecido en el mar. La mar no estaba serena.
Hoy amaneció de sol, el pasto estaba contento y las plantas conversaban alegremente. Los sapos estuvieron borrachos de agua toda la noche, revolcandose en cada charquito en orgías sapunas y ranescas con una promiscuidad inusitada. Las hormigas construyeron torres de tierra para asomarse cual periscopio, lo mas alto que pudiesen.
Llueve, me tomo una ducha desnudo en el balcón, en pleno centro, en plena oscuridad citadina, cosas que no pasan en un París ni en un New York. Solo pasa acá, en mi cabeza.
Se me va enero y me pica la cabeza. Se me escapa el mes y me comí decenas de After Eight en algunos días.

No hay comentarios.: