martes, 6 de noviembre de 2007

Mi oficina

Desde mi oficina sentadito como un oficinista veo no menos de 49 árboles y medio, todos enterrados dentro de mi oficina. Si me apuran un poco, comento que también veo una pileta con trampolín, con un celeste del agua como el celeste del cielo, límpido, que también se asoma por un hueco de la ventana de mi oficina.
Mi oficina tiene proveedores, como las grandes oficinas, y estos proveedores como la mayoría de los proveedores, se atrasan con sus entregas, porque otro no le entrega, porque se le rompió la maquina, porque la lluvia, porque la piola, porque esto no es en lo que quedamos.
Presupuestos corren de mano en mano haciendo pilas inestables que habrá que luego archivar en la carpeta tomo ocho de presupuestos incumplidos.
Por la misma panorámica por la que controlo a los empleados díscolos, me entra un martillar acompasado, el pulso a la obra, embutiendo ahora una imperfección más dentro de la pared.
Hay mucho sol, está lindo para portar una remera tipo chomba, anteojos verdes que contrasten el amarillo bochorno de la tarde. Una tarde perfecta, con chicharras entrenando la voz para el verano cuando el delicioso vientor fresco revuelve en el aire el sonido de la AM con el pajareteo de los pájaros.
De vez en cuando, vuela siguiendo instrucciones de torre, algún ave atrevida, que se reabastece de agua haciendo vuelo razante sobre la pileta, pileta que durante la semana está prohibida para mi, vaya uno a saber por que.
Llegan pedidos, como a todas las oficinas, cotizame esto, cotizame lo otro y es ahí donde los exceles calculan, los words escriben como locos, los aparatos producen, cortan, pegan y mandan. Send.
Camino dando vueltas, memorizando rutinas de cosas para hacer, marcando los detalles, anotando en mi cuadernito, armando el ajedrez del tiempo y espacio, como quien hace malabares con bombitas encendidas en un semáforo en verde.
Los gerentes se reúnen, discuten, toman café, delinean estrategias y escenarios, maquetas, protocolos, reglamentos, discursos, sus aparatos copulan información.

Estoy yo, solo, acá, sentadito en mi oficina. El mismo lugar por donde los fines de semana paseo con mi mujer y la panza y yo le cuento lo que hicimos en cada detalle de este rectángulo que volvió desde su infancia.

El otro día le pregunté si disfrutaba.
- Si, mucho - me dijo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lindo fluir de letras, che.

Pempek dijo...

¿Te diste cuenta que escribís mucho mejor cuando contás sobre cuestiones placenteras o humorísticas que cuando estás enojado??