A las 6 y 20 teníamos turno. El inusitado calor y la humedad del día nos aplanaba la cabeza. Yo compre un VHS, soy un vivo bárbaro a la hora de guardar los recuerdos. Nos encontramos en la esquina, cada uno se bajó de su taxi. Estábamos nerviosos. Odiamos esperar a los médicos, pero la cosa siempre es así: de un lado a otro, con salas de espera intermedias. Yo, como un gil, con mi VHS en la mano.
El señor de bigotito nos hizo pasar, y nos acomodamos a la vera del aparato que graba solo DVD.
Hoy lo vimos por primera vez. El individuo apareció en la pantalla, sin lugar a confusiones. Mide 22 milímetros y pesa 3 gramos. Lo escuchamos latir como si fuera un inflador.
El momento supera todo lo razonable.
El médico habla rápido, como si fuese lo más normal del mundo. Que son 9 semanas, que por suerte es uno solo, que ya se ve el esbozo del cerebro, se ven las protoextremidades, todo normal.
Pero quien que está en la pantalla, en la panza, es nuestro primer individuo, y eso de normal no tiene nada: es extraordinario.
El señor de bigotito nos hizo pasar, y nos acomodamos a la vera del aparato que graba solo DVD.
Hoy lo vimos por primera vez. El individuo apareció en la pantalla, sin lugar a confusiones. Mide 22 milímetros y pesa 3 gramos. Lo escuchamos latir como si fuera un inflador.
El momento supera todo lo razonable.
El médico habla rápido, como si fuese lo más normal del mundo. Que son 9 semanas, que por suerte es uno solo, que ya se ve el esbozo del cerebro, se ven las protoextremidades, todo normal.
Pero quien que está en la pantalla, en la panza, es nuestro primer individuo, y eso de normal no tiene nada: es extraordinario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario