Con un toque de antisemitismo recalcitrante

Como ya he comentado en otra oportunidad, debajo de mi departamento tiene un local de ropa para novias, eventos y bar-mitzvas un grasa deleznable que bien ganado tendría un premio de "me cago en el prójimo con tal de contar algún pesito más", un tal Abad.
Esta vez, el señor decidió emprender la remodelación completa de su local sin olvidarse de reconfigurar toda la red de efluentes de los desproporcionados aires acondicionados.
Es así que un día salgo a la mañana de mi casa y me encuentro con el bruto caño de la foto que desagua en la mismísima puerta de entrada del edificio.


Hablé ahí nomás con el encargado de la obra y le dije que eso no podía quedar así. De ninguna manera, me respondió. Esto fue hace dos semanas, el martes 5.
La obra siguió adelante. El sábado pararon durante todo el día, pero para mi sorpresa, empezaron a las 7 de la tarde. Milagrosamente, conseguí vía mentira verdad, que el encargado de la obra me diera el teléfono de este señor Abad (que hasta ese momento había siempre operado desde las sombras) y lo llamé. Le pedí por favor que tuviera en cuenta que ese caño no podía quedar así y que tuviera la amabilidad de cumplir con avisar a la administración cuando se hacen obras de este tipo, para que el consorcio las apruebe.
No se preocupe, me dijo, en un rato estoy por ahí y lo soluciono, ahora tengo que llevar a mi mujer al médico y luego voy para allá.
Una de la mañana del domingo, amoladora a pleno. Nadie duerme en el barrio. Llamo al celular de este sorete y suena y suena. Se va a la mierda, llamo a la policía.
El 911 anda realmente muy bien. A los 10 minutos tenía a un patrullero en la puerta de mi casa relevando todas las contravenciones. Yo justo salía al kiosco y me cruzo con un grasa anteojos negros en la frente, campera de cuero, mercedes benz coupé estacionado sobre senda peatonal con rubia platinada a su lado.
Era Abad. Hable con él. Le dije que me parecía medio extraño que a la una de la mañana estuviera en plena obra cuando no había laburado en todo el día. Es por cuestiones religiosas, me dijo, así que yo tengo que entender que este sorete respete la ortodoxia de su culto mientras el me taladra las paredes a la una de la mañana de un domingo porque el Shabat EL SEÑOR no puede trabajar y el local tiene que estar terminado indefectiblemente para el lunes. Igual no perdí los estribos, me contuve amigablemente.
Mientras tanto, el policía anotaba. Y empezó a describir: ruidos molestos constatados, obra sin permiso municipal, ocupación de vía pública, personal sin equipamiento de seguridad, el auto sobre la senda peatonal.
El señor Abad se hace el banana y trata de ningunear al policía diciendo que el era amigo del comisario de la nosecuanto y que ya había chamuyado todo conmigo y prometido no hacer más ruido. Pero el cana le dice que a el le importa un pito y que debe actuar de oficio clausurando la obra. Los ánimos se caldeaban y yo intercedí diciendo que prefería que hoy quedase todo bien, que Abad respetase un poco a los vecinos y que con buena onda me arreglase el desastre del caño en mi puerta. Como diría Jesús, puse la otra mejilla.
El outcome de esto, hoy, 10 días después de este hecho es: Jesús se equivocó, Abad siguió la obra como si nada durante todo el domingo, en la semana reinaguró el local y obvio, el caño sigue igualito, listo para mearme el palier. No solo eso, sino que el señor se mostró indigando en una conversación con el administrador del edificio porque yo le había mandado a la policía el sábado a la noche y el no pudo terminar de ver la película que estaba viendo en el cine porque yo lo llamé y que no iba a pagar más las expensas porque el tiene entrada independiente, bla bla bla.

Yo me pregunto, que debería hacer un buen ciudadano como yo?
a) ¿Llamarlo cada 3 minutos para venderle una biblia, un calefón y un buen gusto para confeccionar ropa? Ayúdenme, su teléfono es 15-5329-4055 (por favor, sea inteligente).
b) ¿Aplicar la vieja ley del Talión?: me rompes el frente de mi edificio y yo te rompo todos los cristales de tu negocio.
c) ¿Hacer lobby para aumentar las expensas un 50% en la reunión de consorcio sabiendo que lo que a mi me aumenta $70 a él le aumenta $235?
d) ¿Le martillo el caño hasta metérselo adentro del local?
e) ¿Lo voy a buscar a su otro negocio (Azcuénaga 420) y lo golpeo hasta que pierda la conciencia de grasa hijo de puta, negrero, sorete y se rece un padre nuestro, diez aves marías y un gloria?
f) ¿O me la como doblada, como todos los boludos que viven en mi edificio, en este barrio, en esta ciudad, en este país, en este mundo?