sábado, 30 de junio de 2007

Mi pequeña obsesión con los 1 de julio

Mi mejor amigo de la primerísima primaria, de aquella donde yo era un paquete fláccido de inseguridades, nació el 1 de julio. Ese chico al que yo tenía en un pedestal desembarcó del cigüeñal el mismo día que se murió Perón, el del año 1974.
Yo querría haber nacido en pleno invierno, ser popular y festejar el cumpleaños con todos los de la clase. Mi 18 de enero siempre era con mis viejos, la familia y algún alguien conocido de mi edad que no tenía pileta.
Siempre me acuerdo de este cumpleaños, aún cuando no me cruzo con Juan desde hace décadas.
Lo admiraba. Su mamá era modelo de Quilmes, su papá era aventurero, pescaba tiburones, cazaba lobos y vendía las pieles, viajaba por la Patagonia y hasta tuvo su propia linea aérea que se llamaba Karú Kinka.
El tenía un hermano mayor, Pedro, en sexto grado cuando nosotros estabamos en primero. Alguien así como un superheroe en los recreos. Yo soy primogénito, a mi se me burlaban porque me había comprado el casete de Telejuegos con Gachi Ferrari y el Goma-goma es super elástico, nadie me decía que era música y que no. Quien hoy es Segundo compartía con su hermano las letras de un grupito llamado The Police y una lagartija enorme, que tenían en una pecera en la casa del fondo.
Cuando iba a su casa en la calle Terrero era un mundo distinto. Jugabamos de a montones, en bicicletas, a conquistar manzanas, como un poliladron majestuoso. Mi bicicleta nunca era la que más deseaba. Yo tenía una Aurorita, los mas o menos pulenta tenían una Acer Crom. Juan tenía una BMX, como si te dijese una putísima Ferrari. Otro motivo de genuina admiración era su enorme imán herradura de hierro pesado, como el de los dibujitos, y yo andaba con alguno que le había robado a una radio vieja.
Tenía que aceptarlo, yo no era Juan. Por suerte abrí la mente a otros grupos de pertenencia donde forjar la personalidad, crecí, me independicé.
Pero el 1 de julio siempre siguió siendo importante para mí. Durante todos los años que viví en Guido Spano, siempre me tomé un tiempo para reflexionar introspectivamente ese día, sentado en el inodoro, para dibujar una flecha anual que representase mi estado de ánimo general. No tengo registros fotográficos de la puerta del placardcito del baño donde hacía mis flechas.
De hecho, esta blogología empezó el 1 de julio de 2004, con una entrada ya borrada por la vergüenza propia, que contaba esta misma historia.

No hay comentarios.: