sábado, 7 de julio de 2007

La gran siete

Qué cosa!. Cada dos por tres la lamparita del escritorio explota.
El suceso repetido fue estudiado por técnicos electricistas, ingenieros electroconductivistas, lo vieron gurúes lumínicos, luminarias del espectáculo y otros con alguna u otra idea.
La cosa es que la luz del techo del cuarto de la compu de mi casa, que cuelga de un ventilador de techo, está más tiempo quemada que sana. PFIUUU!
Desde siempre, equilibrios vertijinosos arriba de la escalera a tropezón de perder la vida para cambiar la bombita, la que se que va a durar un prender y apagar de luces.
Las causas no están claras pero las pistas firmes conducen a que el responsable sería el ventilador sin luz de nacimiento adaptado a mi capricho de ventilar ademas de aireacondicionar o el achatamiento del cableado durante el recableado de antes de mudarnos y el empalme ruinoso con el que "solucionamos" el problema sinfin.
Pero es así, esa tan necesaria luz no deja de consumir bombines eléctricos con la voracidad insaciable de Thomas Alba Edison, el inventor de filamento incandescente.
Ahora estamos sin luz, como verán, escribiendo bajo una tenue llovizna de sombras, esperando el milagro, que un día, nuestro cuarto oscuro brille con luz propia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cambia los portalamparas