jueves, 5 de julio de 2007

La poronga del pallier

Estoy muy triste. Finalmente sacaron el caño de la puerta de mi casa. Los 24 días de intensa gestión ante las instituciones (la administración, consejo de copropietarios, asamblea de consorcio, policía) y los medios (comunicados de prensa en cada asensor, blogología de lucha), llamados y reuniones cara a cara con el Señor que me puso el caño (bien-bien alegórico) NO rindieron sus frutos: a Abad le chupó un huevo duro.
Fue el viernes pasado, alrededor de las 7 de la tarde cuando desde arriba del elevador, perdí la cabeza: le dije anónimamente a una empleada que cerraba el local de moda desde el hall del edificio que si no sacaban el caño les iba a romper todos los vidrios del local. Una especie de si él puede darle martillo a mi frente yo puedo darle masa al suyo.
"Decile a Abad que si no saca el caño de la puerta del edificio le voy a romper toda la vidriera".
Me sentí un sorete. Me fui al carajo. Usé sus métodos.

Y desgraciadamente para toda la humanidad, parece que funcionan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El fin justifica los medios.