jueves, 4 de enero de 2007

Crónica de una muerte anunciada

Con todo esto de las fiestas, el calor y el ajetreo diario, hace algún tiempo ya que no escribo lo que podría intitularse como "querido diario".
Retomamos la vida desde el viernes 22 de diciembre, día aquel de calor tremebundo adentro de un traje negro en el casamiento de Mr Black en el palacio Sans Souci. Ameno. Estuvo bien haberme comido unos sanguchitos antes de salir de casa, situación que asegura la no desesperación ante las bandejeadas de saladitos y la rápida asimilación de las primeras copitas de champagne. Pero lo mejor: los sanguchitos eran de jamón y fiambrín, el queso con fiambre que por suerte volvió a mi vida. Cual corte de puentes, un comando de forajidos entre los que me encontraba con orgullo, bloqueó sistemáticamente la salida de las mozas con sushi, privando de pececitos al resto de los comensales. Luego de eso, mucho calor, dancing and champagning.
El sábado 23 se festejó el cumple de Lola, extraña combinacion entre bermuda y zapatillas con lluvia y carne no del todo asada.
El domingo 24 se escurrió en los preparativos culinarios y comerciales del yingolbel y esa costumbre media amorfa de esperar a un papanuel que no existe. Mis regalos fueron bastante pobretones, situación que me hace odiar aún más la navidad. Creo que ahí esta la explicación de por que la navidad me cae tan deprimente... quiero más y mejores regalos! Gracias a los santos evangelios que no quise ni tuve que llamar a nadie. Las redes de celular andan vergonzosamente en los dias normales... imaginate. Pase navidad en lo de mi suegra, muerto de sueño mezclando vinito con soda fría y saboreando mi delicioso hand-made pionono.
El letárgico 25 fue almuerzo bajo la sombra de un árbol en Pilar, un poquito de trabajo viendo avances de obra y después fue cena con mis amigos mexicanos Pelayo y Jackie, de visita en Buenos Aires.
Me ahorro de contar la semana, que salvo por la última comida del año de los martes mudada al miercoles y el jueves de sushi en Madero Puerto con Ague, solo fue trabajo, estrés, corridas, telefonito sonando y cosas para ayer.
Por fin llegó el viernes y salve el año en tema minitas en aquella comentada visita al antro Palermitano en donde se puso en evidencia que mi sex appeal de pelo corto es ingobernable para mis presas femeninas (bla).
El sábado me comí el octogésimo tercer asado, esta vez en lo de Gabba. Pileta y mosquitos. A la noche... otro asado más en el cumple de Pistone. Entre los asadetes, los sanguchitos de fiambrín, los repetidos Burguer King a las apuradas, las pizzas, los variados escabios, los paseos bajo los árboles y el receso de natación, el pez globo asoma en mi vientre y se hincha y se hincha.
El último dia del año fue trabajado, en reunion de oficina sin aire acondicionado, para compensar un poco. Pasamos las horas finales del 2006 en lo de Matias, comiendo... asado!
Recibimos "el año en que me iba a morir" chupeteando un Pomery con mis viejos, que se lanzaron en parfacaídas y fueron cobijados como la sangre manda. La parrilla con carbón no es lo mismo que con leña. Ya tarde, salimos de rotation y desembarcamos en una fiesta en un hostel, cuya suerte fue signada por la falta de hielo.
El lunes, con sus 44 grados de sensación termica, lo digerí junto con las 2 haburguesitas de estación de servicio en la pileta. A la noche, tequila, cerveza y pizza, a puro aire acondicionado con mis amigos mexicanos, que me contaron su increíble historia de amor.
Ella es hija de un férreo régimen tiránico, un padre judio inflexible, más preocupado por el status social que por la religion. Persigue a su hija con detectives y amenazas porque huele que ella sigue aún saliendo con este mexicano laico que conoció en Buenos Aires hace un año. Yo no podría reproducir todas las peripecias que sufrieron estos dos chicos durante el 2006 para seguir juntos en secreto, pero me alcanza con decir que estoy orgulloso de haberles dado alojamiento nuevamente y ser cómplice de este amor que lucha por la libertad de elegir y contra la estupidez de la religión.
El año empezó con todo y con trabajo hasta las tetas. Si, me puse dos cabezas de enano, me quedaron barbaras y ahora puedo usar cualquier escote.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Indignada...

Ning dijo...

che, la hisoria de los mexicanos, no se merece un post aparte?
"bomfo" me toco hoy, y esta vale la pena compartirla.