viernes, 1 de septiembre de 2006

Cosas con olas

Siento que me quedé muy corto en "cosas con agua 2" así que acá estamos devuelta con este tema que a medida que se acerca el calorcito empieza a hacer más ruido en la mente... el ruido de la rompiente.
El tema que nos ocupa en el día es aquellas olas memorables que te quedan en la bocha.

1) Es una tempranísima mañana de enero de 2002 en Praia do Rosa, las vacaciones van llegando a su fin, así que hay que aprovechar todo. Cremas, ajustes, parafina y vemos el sol apenas subido al horizonte mientras bajamos con Juan Cruz por el caminito de Fazenda a la playa. El mar está enorme, perfecto, enorme, enorme. Caminamos al canto sur para hacer una entrada lógica. Enterramos las chinelas (si, quería decir chinelas) y nos mandamos bien pegadito a las piedras. El spot esta a unos 700 metros a la izquierda, así que sacamos el motorcito braceril y le damos brazada hasta llegar. Confirmado, el mar esta enorme, la diferencia de nivel entre ola y caída es de unos 3 metros. No se puede fallar en la bajada de la ola, eso significaría un gran golpe aparte de quedar del otro lado de la rompiente antes de empezar a jugar. Iba a haber pocos intentos, así que había que aprovecharlos. El sol estaba muy amarillo y el agua cálida y verde.
Y así fue, de inconciente, reme una ola gigante con la punta de la tabla al sur, la agarré, la bajé como por un tobogán que me envolvía, es mágico el momento de la velocidad que te da la masa de agua, el sonido del corte de la tabla en la pared de agua. No se cuanto duró ese momento, pero sigue durando hasta ahora.
Salí de la ola como de una rampa y encaré para adentro devuelta. Las entradas en estos días no son nada fáciles, pero lo logré. Entrando veo con JX se acomoda para que otro gigante lo invite a subir y cuando pasa surfeando por al lado mío le grito "La concha de tu madre, soy feliz".

2) El recuerdo me lleva ahora a La Paloma, en marzo de 2006. En la playa de los barcos encontramos unas olas grandotas, más radicales a la derecha, más longboardistas a la izquierda. Me veo entrando con mi tabla sustituta (un foam de escuelita que se la re-banca).
Estoy solo en ese spot, las olas son mías, me subo a una gorda y alta que me deja jugar por unos 100 metros. Tengo el recuerdo de mirar para atrás y ver el surco en S que voy marcando en el agua y hacia adelante, toda la ola que me queda por recorrer.
Me bajé en la playa, ¡viva el surf!

3) Desde la República Occidental del California, nuestro corresponsal Juan Cruz:
"No hay nada como surfear con amigos.
Hay olas que quedan grabadas por el motivo que sea. Esta en particular nunca me la voy a olvidar porque la ola no sólo me hizo felíz a mi sino que tambien a un amigo. Fue en Praia do Rosa. Ese verano del....2002? no me acuerdo bien. Eran eso de las 10 am y ya estabamos en el agua. El sol de mañana medio de frente hacía que el mar tuviera esos típicos brillitos por doquier (sí, quería usar doquier). La ola que había viajado desde la otra punta del atlántico ya tenía mi nombre. Remo hacia dentro, cuatro, cinco brazadas, me siento, media vuelta y entro a remar para tomar la ola. Cuatro cinco brazadas más, los brazos se alivianan. Uno no agarra la ola, es la ola que lo agarra a uno. Me dejo llevar, veo una pared hacia mi derecha que se enrosca de a poco, me paro y me dejo caer por la cara de la ola. En medio de ese drop perfecto y ya sin el sol en la cara veo claramente a mi amigo Samy remando hacia dentro. No me acuerdo si él venía recién entrando o acababa de agarrar una ola igual a esta, pero lo veo ahí, en frente mío con una sonrisa de oreja a oreja, testigo de mi momento. Me grita algo, pero no lo escucho porque el "fssss..." de mi tabla contra el agua es lo único que se escucha. Ese sonido único e inconfundible fue un descubrimiento para los dos. Y es una de esas cosas que tiene el surf, que te hace volver una y otra vez detras de la rompiente, filtrando bolas de espuma, esperando que del otro lado haya algún un amigo con su tabla silbando por la cara de una ola.

Otras olas memorables:
-la primera vez que como bodyboarder le pedi prestada la tabla al Peluca en la desembocadura en Punta del Este. Me pare al toque y no volvi a tocar una tabla de surf hasta dos años mas tarde.

-un drop en caida libre de backside sosteniendo el rail de de la tabla con la mano en una ola de 12 pies en Icelands (Mentawais). Si me hubiese caido no la contaba.

-un tubo perfecto en Hollow Tree (Mentawais) con el sol de frente."

1 comentario:

Anónimo dijo...

que buena foto! donde compraste ese barrenador?