miércoles, 13 de diciembre de 2006

De cara lavada al "si, quiero"

Pido disculpas por todo el frenesí deprimente de todos estos últimos días. La verdad es que el tema casamiento adobado con todos los tipos de disputas familiares me pone tan nervioso que no se para donde arrancar.
Como ya conté, de parte mía el lado viene complicado porque empiezan a surgir esas cosas que Juan Cruz me había comentado “las peores actitudes de posicionamiento social de tus viejos empiezan a surgir cuando uno se casa”. No era la frase exactamente así, pero este era el sentido. Competió primero que ellos necesitaban más invitados de los que en un principio les habíamos asignado entonces se cerraron. No entendieron de primera que lo que yo les estaba pidiendo de entrada era la lista de sus invitados. Era el momento de agregar y después vendría el momento de achicar. Retrasaron dos semanas. Compete ahora un problema tan formal-social que me rompe las bolas. Ellos quieren hacer su propia invitación. Ague no quería, pero ante tanto quilombo por una boludez, ella cedió. Pero mis viejos igual siguen reteniendo (hace un mes) la lista de sus invitados. Esta lista es importante porque será el archivo único con el que nos vamos a manejar, agregaremos olvidos y iremos sacando los abandonos, pero es una forma efectiva de mantener el control de NUESTRO casamiento.
Por el lado de Ague, mi querido suegro es un tipo bárbaro pero no nos sentimos tranquilos en el hecho de que nos vamos a casar un lugar que es de él y de él dependen muchas cosas que harían a una mejor planificación y mayor tranquilidad. Pero él va a su ritmo, así que la obra que esta haciendo en su quinta puede retrasarse mas allá de lo posible porque le pone el freno a todo lo lógico, no delega, no puede ocuparse, no cumple su promesa de echar a los caseros sin la cual el lugar sigue siendo un baldío. Esto tampoco nos ayuda en el tema del control.
Nos parece muy importante mantener este control porque nos está (a mi y a Ague) estresando mucho la IDENTIDAD de nuestro casamiento. Como es esto? Nos encontramos ante el problema que hay una única forma FORMAL de hacer un casamiento: invitaciones, civil, iglesia, salón, cena, fiesta con toda la parafernalia social vestida de etiqueta saludando en el atrio o tomando wisky entre canapés y canapés; fortunas en apariencia (y una pequeña sensación de vacío). No me veo ni en las fotos, esto no nos representa en absoluto.
Entonces, nos buscamos salir un poco del molde. No hacemos iglesia porque sería muy hipócrita (aunque entienda el significado de marco social que tiene el asunto) y Poli pone el grito en el cielo (no se de una sola vez que haya ido a misa desde el casamiento de su hija mayor). Queremos armar la lista de invitados y surgen todo tipo de problemas de clase y tradicionalismo recalcitrante. Vamos para adelante con la carpa, pero Poli no contribuye en su parte de delegar su suprema autoridad en la quinta (no se anima a romper con la casero-cracia). Cotizamos la cena-baile-show y todo cuesta cifras exorbitantes que no estoy dispuesto a gastar en hacer público el hecho cierto de que mi mujer Agueda Iglesias es la señora que me hace feliz, que me ilumina, que me riega y que mi amor por ella es inconmensurablemente verde y florido, que pretendo y quiero estar con ella siempre, en este mundo y en el de los recuerdos también.
No necesito gastar toda esa plata ni para decírselo ni para hacerlo público.
Y ayer, pensando en suspender todo a la mierda. Llegamos a un tema espinoso espinoso. Quien paga todo este quilombo? La posición a priori de Ague (como posible vocera de sus padres) es que mi familia tiene que pagar “el pato de la boda”, porque sus progenitores ya le habían regalado a ella el departamento donde vivimos, la sede ayacuchal de los mimos y las aplanadoras. A lo que yo le respondí que no me parecía, salvo que ella considerase que yo acá estoy pagando un alquiler o que ella tuviese pensado poner a mi nombre la parte del depto que me correspondería por pagar el carnaval carioca y la pizza del fin de fiesta. Silencio. Le propuse, que me resulta lógico, que cada familia pague su parte proporcional respecto de los invitados y que a modo de bonus o changüis, mi familia le paga a Aguedita sus invitados (por los alquileres atrasados de octubre de 2005, je, es un chiste no te enojes!).
Bueno, pero como sacamos este mamotreto de la vulgaridad, del “que diran?” y del vacío tradicionalista de este ágape social?
Empezamos a trabajar…
- Civil. Jueves 15 al medio día en el centro. Saladitos y sanguches de miga en casa. Glamour bonvivant, nada de show.
- Los novios saludarán en el atrio: Sorry pero no.
- Ceremonia: A confirmar de acuerdo a la seriedad que le podamos imprimir a alguna producción casera que nos represente. El comodín es tirarle unos mangos a la jueza del jueves para que se pase por Pilar a comer unas “Bruschetta - Oil y crudo”.
- Saladitos varios. Cena de sentados. Vinitos y Champagnes.
- videos con fotos de las cosas que anduvimos haciendo por la vida con la gente que (golpes en el pecho y señala la tribuna). Hoy estuve viendo fotos y se me ocurrieron 65 producciones.
- open bar, otro fernesito para el novio.
- El vals va a ser reemplazado por un tin-tirin-tirin, un boro-boro, algún tanguito de Kevin Johansen o similar.
- Algún lomo standard con salsa a prueba de ñañas y guarnición de alguna forma de papa, brownie con helado (preguntar por la edición especial con contraseña), mesa de postres, pizza atracón.
- Luces y sonidos para alterar las conciencias y predisponer al dancing mood.
- Alguna que otra sorpresa que iremos sumando en el camino al altar.
- irnos lejos para recuperarnos de toda la mala sangre que nos hicimos hasta acá.

Por lo pronto yo me propongo relajarme, no ponerme de culo ante todo, tolerar a mis padres como si no lo fueran, ocuparme un poquito de la organización y no dejarte de querer por arriba de un 83, por lo menos hasta el 17 de marzo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es facil. Te venis aca y te casa un tipo vestido de Elvis en Las Vegas. El que quiera que venga.