Hola, buenas noches.
Me acabo de tomar un licuado de 5 duraznos y 4 naranjas yo solo, de postre. Exploto. Pero me vino bien, me salió fresco y rico. Comí el final de una colita que sobró de ayer.
me pasé la tardecita viendo televisión, lo necesitaba. De vez en cuando no viene mal apoltronarse en el sillón envuelto de almohadones y no mirar nada mas que la vacia televisión.
Al medio día fuimos a Pilar. Los más de cien milimetros que llovieron anoche azotaron todos los árboles dejando ramas desparramadas por todo el jardín. Estuvo bueno para analizar las partes que hay que rellenar y las obras de infraestructura para encarar. Trabajo. Después comimos empanadas en un restaurante. Siete empanadas no es lo que se dice precisamente como "estar a dieta". Estaban ricas. El vinito mezclado con soda ayudó.
Dormimos toda la mañana. Que bien que se descansa en esos horarios que los que "aprovechan el día hace rato" están caminando por Palermo Pete.
Anoche refrescó, por suerte. Pero también cayeron soretes de punta. Yo me quedé en casa, disfrutando de estar en bolas y en patas.
Estuve hasta las 8 de la noche en la pileta, remojando el cuerpo envuelto en un profundo debate sobre la sociedad enfocada en el consumismo y los valores morales pedorros.
La tarde había sido de asado, modorra, frutas y helado. Poco estres más allá de la preocupación por sacar los mejores chinchulines para mis comensales.
Nos despertamos temprano, para ir a Pilar a comprar materiales de obra y provisiones.
Habíamos ido la noche anterior a un cumpleaños laboral de Ague en el que comí y bebí a granel y sin prejuicios.
Venía de una semana tensa, de final de año con muchas cosas por hacer aún.
Me acabo de tomar un licuado de 5 duraznos y 4 naranjas yo solo, de postre. Exploto. Pero me vino bien, me salió fresco y rico. Comí el final de una colita que sobró de ayer.
me pasé la tardecita viendo televisión, lo necesitaba. De vez en cuando no viene mal apoltronarse en el sillón envuelto de almohadones y no mirar nada mas que la vacia televisión.
Al medio día fuimos a Pilar. Los más de cien milimetros que llovieron anoche azotaron todos los árboles dejando ramas desparramadas por todo el jardín. Estuvo bueno para analizar las partes que hay que rellenar y las obras de infraestructura para encarar. Trabajo. Después comimos empanadas en un restaurante. Siete empanadas no es lo que se dice precisamente como "estar a dieta". Estaban ricas. El vinito mezclado con soda ayudó.
Dormimos toda la mañana. Que bien que se descansa en esos horarios que los que "aprovechan el día hace rato" están caminando por Palermo Pete.
Anoche refrescó, por suerte. Pero también cayeron soretes de punta. Yo me quedé en casa, disfrutando de estar en bolas y en patas.
Estuve hasta las 8 de la noche en la pileta, remojando el cuerpo envuelto en un profundo debate sobre la sociedad enfocada en el consumismo y los valores morales pedorros.
La tarde había sido de asado, modorra, frutas y helado. Poco estres más allá de la preocupación por sacar los mejores chinchulines para mis comensales.
Nos despertamos temprano, para ir a Pilar a comprar materiales de obra y provisiones.
Habíamos ido la noche anterior a un cumpleaños laboral de Ague en el que comí y bebí a granel y sin prejuicios.
Venía de una semana tensa, de final de año con muchas cosas por hacer aún.
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