sábado, 30 de diciembre de 2006

Que noche la de anoche

Vengo de Congo, boliche en Palermo Via. Situaciones varias se sucitaron con el correr de la noche, en la dulce compañía de Gon y Santi.
1) Que lindo es cagarse bien de risa, sin presupuesto etílico. Estar sentado al aire libre (hacia un calor de recontra cajeta) pero ocupado de nuestras cosas.
2) Tener mesa gana. Cayeron dos chicas jovencitas, al amparo de la comodidad de la mesa. Nosotros galanes de poca monta, pero sentados, disfrutamos de las andanzas de estas dos jovenes y desprejuiciadas estudiantas de odontología.
3) Una moza, obsesionada por que no haya vasos vacíos sobre nuestra mesa, nos trae una notita con un teléfono de una mesa de la lado: "Nos vamos. Si quieren venir... (tel)". Desconcierto.
(4) Refresca. Se larga a llover. Mudanza a un techo que no cubría, las cartas se juegan otra vez y caigo parado al lado de Carolina, una linda y simpática chica con la que conversamos de superficialidades (de las cosas que se pueden hablar para sacar un tema). Me doy cuenta de que soy aburridísimo, que no puedo hablar serio porque (a) no le interesa lo que digo, (b) no está de acuerdo con lo que digo, (c) no entiende el sentido de lo que digo. Quería expresarte que hay que estar atento porque el mundo empeora y si tenemos las antenas paradas podemos ponerle a la balanza del bien nustro granito de arena. Creo que no le gustó nada que le dijese que me iba a casar. Me rebotó la palabra casamiento por todas las paredes del cerebro (cuantas paredes tiene?). Ella se va odiándome, como no podía ser de otra manera. Desengañada porque no es el yo que ella queria de mi? Harta de la soledad? Aburridísima, speechless. Se pone en el papel de una amiga suya, famosa por siempre "enamorarse" (¡?) de chicos comprometidos. Las cosas que digo no tienen sentido, no hay caso, hablar en serio es ridículo para escucharse. Nonsense.
(5) Las chicas del papelito volvieron a buscarnos. Hago de payaso contando mis desventuras, de lo descolocado de la situación que tuve que pasar. Ellas son más grandes y no están ahí perdiendo el tiempo. Yo tampoco. Ellas se van. Me voy. Llueve una mugre de humedad.
(6) Llego a casa, Ague todavía no llegó. Son las 5 y la libertad de que salga con sus amigos del laburo me sigue sin divertir. Me lo fumo porque (1) es su pleno derecho y (2) odiaría una pareja con grilletes, ocultando las verdades abajo de la alfombra. Igualdad.
(7) Maravillado, en mis épocas mozas, tenía que nadar contracorriente para llamar la atención de algún espanto del sexo femenino. Son otras épocas, son otras las historias, soy otro. Mucho más aburrido, más profundo, menos estructurado, menos prejuicioso, sin nada para perder, sin nada más que lograr para surfear la felicidad momentánea de bañarse, prender el ventilador a pleno, apagar la luz y sumergirse en los brazos de Aguedita sin transpirar ni una gota.

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